Un héroe de la moda: el príncipe de Gales
Por Licurgo:
Pido disculpas desde ya a quien no le guste lo que escribo, pero lo he dicho, lo mío es la historia, u otras historias, mejor. Espero que se cumpla la máxima del gran Alí: Aquel que no es lo suficientemente valiente como para tomar riesgos no logrará nada en la vida. Así que acepto el envite y comienzo hoy con una tela o un príncipe que era tela…., como se quiera: el de Gales.
Y digo tela o príncipe porque el imaginario ha hecho que ya no sepamos distinguir quién da nombre a quien: ¿esa tela de cuadros da nombre al heredero de la Corona británica o al revés? Pues al revés. Este tipo de tejido fue popularizado por el que fuera rey Eduardo VIII, un personaje del que, de forma somera, conviene dar alguna pincelada. Hijo del rey Jorge V, fue preparado desde muy joven para asumir la Corona británica. En 1911 fue investido príncipe de Gales, título de los herederos de la Casa Real inglesa, y desde entonces empezó su actividad representativa: combatió en la I guerra mundial, visitó las vastas extensiones inglesas, especialmente en Asia y, sobretodo, comenzó a ser conocido por marcar las tendencias de la moda británica y, por ende, poco a poco, de la europea y norteamericana.
En enero de 1936 falleció su padre y fue llamado a reinar. Lo que nadie esperaba entonces es que su reinado se convirtiera en uno de los más breves de la historia británica y ¿por qué?…. pues por amor. Como lo leen, por amor. Por extraño que parezca, años atrás el joven príncipe se había enamorado de una socialite estadounidense, Wallis Simpson, que cargaba a sus espaldas con dos divorcios previos. La sociedad conservadora británica vio con pavor la posibilidad de un matrimonio entre el rey y la señora Simpson, pero además había un problema de fondo que impedía aquella unión: el rey era la cabeza de la Iglesia anglicana (así era desde los tiempos del legendario Enrique VIII) y ésta no permitía el matrimonio del soberano con una divorciada. El rey, entonces, decidió cortar por lo sano, permítaseme la expresión: abdicó la Corona, marchó fuera de Londres y su hermano Jorge VI, el padre de la actual reina de Inglaterra, comenzó reinar.
Hasta aquí una historia bonita (según se mire), impensable en los tiempos de hoy. Pero por lo que nos interesa este monarca es por su facilidad para marcar tendencias en el entonces encorsetado mundo británico de la moda. La primera aportación de este dandy, fue el traje que de él toma su nombre, el príncipe de Gales. No era nueva la idea de hacer una combinación con cuadros, ya lo había hecho su abuelo, el rey Eduardo VII, que resucitó un antiguo atuendo con muchos pequeños cuadros enmarcados en otros más grandes, propio el clan escocés de los Urquhart. Sin embargo, su abuelo lo utilizaba para un cometido concreto: la caza, donde se usaba este tejido para la ropa de los guardas de las fincas. Eduardo VIII lo relanzó y lo convirtió en una de las piezas más populares de su vestuario y hoy todo el mundo identifica esa tela mil cuadros con el nombre de príncipe de Gales.
Otra de las aportaciones a la moda masculina del príncipe fue retomar una práctica de los campesinos irlandeses: los zapatos con agujeritos en sus remates. Los campesinos del lugar, tras volver del trabajo en el campo, agujereaban sus zapatos húmedos para facilitar su secado gracias a la ventilación. La aristocracia británica, muy original, imitó aquellos zapatos, adaptándolos y copiando un esmerado repujado que recordaba al de los campesinos. Eduardo VIII los catapultó cuando apareció con un par de Brogues en un partido de golf.
El príncipe de Gales también ha pasado a la historia por ocuparse de los detalles más insignificantes de su vestimenta. Diseñó su propio cuello de camisa, llamado Windsor o full cutaway en Inglaterra, scappino en Italia y cuello italiano en España. Era un cuello muy abierto hacia cada lado, por lo que necesitaba un nudo más grueso. Pero no hubo problema, el príncipe también lo creo: el nudo Windsor.
Las chaquetas cruzadas, que a mí tanto me gustan, fueron una de las señas de identidad de este controvertido príncipe: puso de moda los trajes cruzados de raya diplomática. Además, creó la moda de usar la chaqueta cruzada combinada con un pantalón sport, dando lugar una mezcla muy habitual en el guardarropa europeo actual.
Algunas licencias más se permitió el príncipe de Gales que han quedado ya como dogmas de moda para algunos: usar zapatos de ante con traje oscuro, mezclar patterns y colores llamativos en aquella época o ser el pionero en el uso de calcetines de colores y estampados estridentes y combinarlos con éxito.
En fin y en resumen, para no cansar: la moda europea debe mucho a este dandy inglés que todos en mayor o menor medida imitamos en nuestra vida sin saberlo y al que muchos consideran un trasgresor simpático que, proponiéndoselo o no, cambió el vestuario y la forma de ver la moda de muchos hombres.
Cortesía de Pugil